Cuando nos conocimos, hubo un espacio gigantesco entre nosotros. Él me veía como intruso y yo, como mascota odiosa. Por ese tiempo, yo odiaba a los gatos, era alérgico y me parecían animales misteriosos y traicioneros. Cuando me quedaba en casa de su dueña, se paraba junto a la puerta y me daba la espalda. […]
Página anterior Siguiente página